Maria del Carmen Delfín Delgado
Cada año pasan por nuestro país mas de medio millón de migrantes y desplazados centroamericanos que tienen como destino común los Estados Unidos de Norteamérica, travesía que implica situaciones donde sufren agresiones físicas, discriminación, abusos de todo tipo, explotación y en muchos casos, la muerte; no se respetan sus derechos humanos elementales ni por el gobierno ni por ciertos sectores de la población, por el contrario, su vulnerabilidad es aprovechada para la explotación y el robo.
Los migrantes abandonan su lugar de origen por causas económicas: desempleo, escasez de alimentos, falta de oportunidades de desarrollo económico, en busca de mejorar esta situación; los desplazados suelen huir por amenazas de grupos delictivos, pandillas, guerrillas o por la violencia que genera la guerra por conflictos sociales. Guatemala, Honduras y El Salvador son los países de donde proceden la mayoría de las personas en esta situación, quienes pasan a formar parte de la mano de obra barata cuando tienen la oportunidad de conseguir emplearse informalmente sin garantías laborales y legales, en su tránsito hacia el país del norte.
En su paso por México corren riesgos que en algunas ocasiones han terminado con su vida, se arriesgan a viajar en el techo de los vagones del ferrocarril, para treparlos suelen corren y abordar cuando el tren está en movimiento sufriendo caídas con graves fracturas, amputaciones y hasta la muerte. Atraviesan por poblaciones controladas por delincuentes y pandillas, en ocasiones los mismos encargados de cuidar su integridad como lo son los cuerpos policiacos y las patrullas fronterizas, abusan indiscriminadamente de ellos. Recordemos la matanza de migrantes en el norte del país realizada en 2010 por un grupo criminal.
Hombres, mujeres con hijos pequeños, jóvenes y niños que viajan solos, si logran llegar a la frontera, después de ser detenidos y encerrados en centros de migración son deportados a su lugar de origen convirtiendo su sufrido peregrinar en un esfuerzo inútil. Igual o peor suerte tienen los que son enganchados por “polleros”, acinados en las cajas de los camiones como si fueran mercancía o cualquier objeto, en condiciones insalubres, sin agua y sin suficiente oxígeno para sobrevivir, al calor o al frío extremos. Decenas de historias hemos sabido de estos casos donde a medio camino son abandonados por el chofer que los trasladaba, si tienen suerte son rescatados y auxiliados pero otros más son descubiertos hasta que ya fallecieron deshidratados o asfixiados.
En sondeo realizado por Amnistía Internacional a migrantes, reportó que al ser detenidos se les obliga a firmar documentos de “retorno asistido” para ser deportados, no les informan que tienen derecho a pedir asilo cuando su vida está en peligro si regresan a su país, situación que negó el INM. Las solicitudes de asilo que recibe México actualmente son en su mayoría de ciudadanos de Venezuela, seguidas de hondureños y salvadoreños en términos de cantidad. El proceso para la resolución de asilo puede tardar meses y hasta años. En 2017 el INM canalizó mas de 2000 solicitudes de refugio a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, mientras los solicitantes fueron transferidos a albergues de distintas ONG´s. Si son retenidos en alguna estación migratoria tienen que soportar humillaciones y vejaciones, ya sea por agentes que piden “favores sexuales” a cambio mejorar la comida, hasta acoso y amenazas de violación o de muerte por quienes comparten con ellos las habitaciones sin baño, con un colchón sobre el piso húmedo y con una misma sábana sin lavar durante meses. Pasar por nuestro país, es una travesía por el sufrimiento.
mcarmendelfin@hotmail.com
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